sábado, 23 de octubre de 2010

Santa Teresa de Jesús


Nace en Ávila el 28 de marzo de 1515. A los dieciocho años, entra en el Carmelo. A los cuarenta y cinco años, emprende una nueva vida, y es entonces cuando funda el convento de San José de Ávila, que es el primero de los quince conventos Carmelos que fundará en España. Con San Juan de la Cruz, introdujo la gran reforma carmelitana. Murió en Alba de Tormes, al anochecer del 4 de octubre de 1582. Pablo VI la declaró doctora de la Iglesia el 27 de septiembre de 1970.

Es una de las tres doctoras de la Iglesia. Las otras dos son Santa Catalina de Siena y Santa Teresita del Niño Jesús.

Sus padres eran Alonso Sánchez de Cepeda y Beatriz Dávila y Ahumada. La Santa habla de ellos con gran cariño. Alonso Sánchez tuvo tres hijos de su primer matrimonio, y Beatriz de Ahumada le dio otros nueve. A los siete años, tenía ya gran predilección por la lectura de las vidas de santos.

Teresa y su hermano consideraban que los mártires habían comprado la gloria a un precio muy bajo y resolvieron partir al país de los moros con la esperanza de morir por la fe. Así pues, partieron de su casa a escondidas, rogando a Dios que les permitiese dar la vida por Cristo; pero en el río Adaja se toparon con uno de sus tíos, quien los devolvió a los brazos de su afligida madre. Cuando ésta los reprendió, Rodrigo echó la culpa a su hermana.

En vista del fracaso de sus proyectos, Teresa y Rodrigo decidieron vivir como ermitaños en su propia casa y empezaron a construir una celda en el jardín, aunque nunca llegaron a terminarla. La madre de Teresa murió cuando ella tenía catorce años. Entonces se dirigió a una imagen de Nuestra Señora de la Caridad y la rogó con muchas lágrimas que la tomase por hija suya.

Su padre, la envió, a los quince años de edad a educarse en el convento de las agustinas de Ávila.
Un año y medio más tarde, Teresa cayó enferma, y su padre la llevó a casa. La joven dijo a su padre que quería hacerse religiosa, pero éste le respondió que tendría que esperar a que él muriese para ingresar en el convento. Teresa, temiendo flaquear en su propósito, fue a ocultas a visitar a su amiga íntima, Juana Suárez, que era religiosa en el convento carmelita de la Encarnación, en Ávila, con la intención de no volver, si Juana le dejaba quedarse, a pesar de la pena que le causaba contrariar la voluntad de su padre.
La Santa determinó quedarse en el convento de la Encarnación. Tenía entonces veinte años. Su padre, al verla tan resuelta, cesó de oponerse a su vocación.
Un año más tarde, Teresa hizo la profesión.
Poco después, se agravó un mal que había comenzado a molestarla desde antes de profesar, y su padre la sacó del convento. La hermana Juana Suárez fue a hacer compañía a Teresa, quien se puso en manos de los médicos. Desgraciadamente, el tratamiento no hizo sino empeorar la enfermedad, probablemente una fiebre palúdica. Los médicos terminaron por darse por vencidos, y el estado de la enferma se agravó. Finalmente, al cabo de tres años, Teresa recobró la salud.

Poco después de la muerte de su padre, el confesor de Teresa le hizo ver el peligro en que se hallaba su alma y le aconsejó que volviese a la práctica de la oración. La Santa no la abandonó jamás desde entonces. Sin embargo, no se decidía aún a entregarse totalmente a Dios ni a renunciar del todo a las horas que pasaba en el recibidor y al intercambio de regalillos.
Convencida cada vez más de su indignidad, Teresa invocaba con frecuencia a los grandes santos penitentes, San Agustín y Santa María Magdalena, con quienes están asociados dos hechos que fueron decisivos en la vida de la santa. El primero, fue la lectura de las "Confesiones" de San Agustín. El segundo fue un llamamiento a la penitencia.

FUNDACIONES
Fundó en Ávila su primer convento, San José de las Madres, y posteriormente los de Medina, Malagón, Valladolid, Toledo, Pastrana, Salamanca, Alba, Segovia, Beas, Sevilla, Villanueva del Jarama, Palencia, Soria y Burgos en los que restableció la pureza primitiva, la rigidez y la sobriedad de la regla de S, Alberto.

POEMAS
A lo largo de su vida escribió numerosas obras, entre las que destacan las siguientes:


VIVO SIN VIVIR EN MÍ
SOBRE AQUELLAS PALABRAS "DILECTUS MEUS MIHI"
¡OH HERMOSURA QUE EXCEDÉIS!
ALMA, BUSCARTE HAS EN MÍ
AL NACIMIENTO DE JESÚS
A LA CIRCUNCISIÓN
CRUZ, DESCANSO SABROSO...
EN LA CRUZ ESTÁ LA VIDA
A SANTA CATALINA MÁRTIR
VUESTRA SOY, PARA VOS NACÍ
COLOQUIO AMOROSO
AYES DEL DESTIERRO
PASTORES QUE VELÁIS
PARA NAVIDAD
EN LA FESTIVIDAD DE LOS SANTOS REYES
A UNA PROFESA
A SAN ANDRÉS
A LA PROFESIÓN DE ISABEL DE LOS ÁNGELES


Una de las más famosas es:


NADA TE TURBE
Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda,
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.
Eleva el pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
Nada te turbe.
A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
Nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
Todo se pasa.
Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.
Ámala cual merece
Bondad inmensa;
pero no hay amor fino
Sin la paciencia.
Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
Todo lo alcanza.
Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
Quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios su tesoro,
Nada le falta.
Id, pues, bienes del mundo;
id, dichas vanas,
aunque todo lo pierda,
Sólo Dios basta.

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