viernes, 19 de noviembre de 2010

LOS TRES AMIGOS (CUENTO)

Había una vez dos amigos, llamados Juan y Pedro, que se llevaban la mar de bien. Uno de ellos, Pedro, era ciego y el otro no padecía ningún defecto. El ciego se tenía que ayudar de un perro labrador, blanco y lanudo, para sus quehaceres habituales que se llamaba Kiko.
Lo que se cuenta a continuación ocurrió un invierno cualquiera….
Un día frío de invierno, iban los dos amigos caminando por el parque. Observaron a lo lejos una extensa arboleda, llena de árboles de todos los tipos: pinos, sauces, plátanos de sombra, cedros, robles, álamos, olmos, ….. Pedro dijo:
- Juan, ¿ a dónde me lleva Kilo ?.
- No lo sé, Pedro; pero vamos a ver dónde lleva ésta arboleda tan bonita, ¿ quieres ? –dijo Juan-.
- Venga, de acuerdo. Será como una aventura –contestó Pedro-.
Pedro y Juan estuvieron andando durante un buen rato, y sólo veían árboles y más árboles.
Al cabo de un rato, Juan se enfadó con Pedro, y le dijo:
- Pedro, ¿ para qué te tuve que invitar ?. Con tu perro has dejado de ser mi antiguo amigo. ¿ Por qué te tuviste que quedar ciego ? –dijo Juan-.
- Te voy a decir algo, Juan. Con discutir y con violencia no vamos a conseguir absolutamente nada. Vamos a calmarnos y a intentar salir de la arboleda –contestó Pedro-.
- ¡ No me pienso calmar, Pedro ! –replicó Juan-. ¡ Por culpa de tu estúpido perro, no podremos salir de la arboleda!. Que cada uno siga su propio camino.
- Si eso es lo que quieres, Juan, de acuerdo… -dijo Pedro-.
Juan, en su empeño de buscar la salida y con bastante fatiga, se sentó al lado de un viejo árbol caído y se quedó dormido.
Mientras, Pedro, al caer la noche, consiguió llegar a la ciudad. Al ver que Juan no regresaba, decidió que iría a buscar a su amigo en compañía de Kilo. Al cabo de un buen rato, se encontró con Juan.
- Pedro, ¿ qué haces aquí, tan tarde ?. ¿ No quedamos en que no éramos amigos ?.
- ¡ Sí !, pero, sin embargo, he venido para salvarte. ¿ Quieres venir o no ? –dijo Pedro.
- De acuerdo, ¿ seguiremos siendo amigos ? –preguntó Juan-.
- ¡ Siempre, Juan ¡. Kiko y yo hemos traído algo de comida para ti. Él me ayudó a llegar hasta aquí, sin él no lo hubiera conseguido.
Juan le llenó de alegría y comenzó a llorar; los dos amigos se perdonaron mutuamente y se abrazaron. A ellos se uniría también Kiko.
Desde ese día los tres se hicieron grandes y muy buenos amigos.

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